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Semana Vista

La Buena Suerte, claves de la prosperidad

Edición Círculo de lectores

La Buena Suerte (sí, con mayúsculas) es el título con el que Álex Rovira y Fernando Trías acercaron en 2004 las claves del éxito profesional al gran público, con un lenguaje sencillo y una lectura amena y fluida.

Mediante una historia novelada, un breve cuento infantil, los autores desglosan los diez pilares de la idea fundamental del éxito: La suerte se tiene, y como viene se va. La Buena Suerte se persigue. Se consigue al crear circunstancias favorables. Y una vez conseguida, se mantiene con nosotros.

Nada de fórmulas mágicas. Desconfíen de los “vendedores de suerte”. Una vez más se señala la importancia del trabajo y el esfuerzo personal para alcanzar el éxito en nuestro campo (sea éste el que sea, que no todos aspiramos a medrar en empresas con miles de accionistas). Pero la novedad es señalar que más importante que el trabajo duro es saber dirigir el esfuerzo en el camino adecuado, creando esas circunstancias favorables para que llegue la Buena Suerte.

No hay tiempo

Lifehack nos habla de la sensación de falta de tiempo que parece ser lo normal en nuestra vida.

El artículo nos anima a reducir nuestro ritmo. A intentar hacer menos para conseguir equilibrar nuestra vida y aprovechar mejor el tiempo de que disponemos en lo que de verdad nos importa.

Una reflexión interesante, que coincide además con un intento por mi parte de practicar esta reducción de tareas (no en vano mis varios weblogs se resienten últimamente con una baja actividad de la que no me arrepiento).

Os dejo estos versos de Ángel González, que creo que resumen este dilema:

No vas tú por el río:
es el río el que anda
detrás de ti, buscando en ti
el reflejo, mirándose en tu espalda.
Si vas deprisa, el río se apresura.
Si vas despacio, el agua se remansa.

Ha quedado resuelto el problema de la productividad

Hemos comentado en más de una ocasión el problema de la falta de productividad, en concreto, de la procrastinación.

Pues bien, leemos en Informe Diario una sencilla forma para evitar caer en las redes de este problema. (El artículo completo es de 43 Folders)

Durante una hora, dedicaremos a cada tarea no más de 10 minutos, empleando entre tarea y tarea 2 minutos de descanso (ambos cronometrados) Tenemos que tener preparado un cronómetro y la lista de tareas a “atacar”.

La hora que facilita “no dejarlo para después” nos queda descrita con la fórmula: (10+2)*5

El secreto del éxito

Michael Hyatt, CEO de una de las mayores editoriales del mundo, cuenta su secreto para el éxito: Responder.

Cuando yo era un niño, solíamos jugar a “Tag”. El objetivo era simple: No convertirte en “eso”. Si alguien te tocaba, te convertías en “eso” hasta que tocabas a otro. El que era “eso” cuando el juego acababa, perdía.
Los negocios son muy similares. La gente nos “toca” en incontables ocasiones cada día. Nos telefonean, nos envían emails. Nos comentan algo en una reunión. De repente, somos “eso”. Y, como en el juego, si eres “eso” durante mucho tiempo, pierdes. La única estrategia ganadora es responder rápidamente y convertir a otro en “eso”.

Bueno, en mi opinión esta es una actitud demasiado “defensiva”, pero puede ser una buena regla en el competitivo mundo empresarial. Muy relacionada con la regla de los dos minutos del sistema GTD.

Por cierto, me encanta el título y lema del weblog de Michael Hyatt: Working Smart, The alternative to working hard!

Unos minutos de menos

Uno de los consejos que más hemos recibido los impuntuales es adelantar unos pocos minutos el reloj, para que al creer que somos puntuales en verdad estemos llegando unos minutos antes.
En mi caso dicho sistema nunca ha funcionado muy bien. De hecho, ha sido contraproducente. Si uno sabe que lleva el reloj adelantado puede relajarse pues todavía tiene unos minutos de margen. Muchas veces, en esos minutos de margen se comienzan nuevas tareas que por mala planificación acaban causando que lleguemos tarde una vez más.
Así que ¿por qué no probarlo a la inversa? Si se lleva el reloj atrasado unos minutos, no queda margen para distraernos con algo, pues no contamos con tiempo. Tenemos que estar allí antes de que las agujas lleguen a su posición.
Lo ideal sería no saber cuántos minutos de retraso llevamos, para evitar caer en el error del primer planteamiento, pero por lo menos supone un cambio en el pensamiento de rutina, lo que ayuda a centrar la atención. Al menos los primeros días.

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